Bares de vinos. Por Esperanza Pérez.


Foto: Kamran Aydinov


Como sumiller y clienta de bares, me parece interesante resaltar el servicio de Los bares de vinos. En este artículo hablaré de su oferta gastronómica y del dinamismo que aportan al sector

Viene de lejos este formato de establecimiento y servicio a través del vino. Estos bares son originarios de los países mediterráneos (no podía ser de otra manera, ya que somos el referente mundial en cultura de vino), y ya desde 1240 se tiene registro de las primeras tabernas en París, pero no fue hasta el siglo XV cuando se transforman a bares de vinos. Su ejemplo más antiguo lo tenemos en Ferrara Italia, con Enoteca al Brindisi, que data del 1435. A partir de aquí van apareciendo ejemplos míticos y muy conocidos, como Reserve de Quasimodo, en París, que desde 1869 funciona como bar de vinos, o Bretos, en Atenas, fundado en 1909. En España sitúan al Rinconcillo de Sevilla como el bar más antiguo, que funciona desde 1670 o el Bar Marsella, en Barcelona, que está abierto al público desde 1820 con la misma decoración y mobiliario.

Con el paso de los siglos y la transformación de las sociedades, los formatos de establecimientos han ido adaptándose a los nuevos aires y así, inicialmente, se bebía vino en tabernas y ahora en bares de vinos o gastrobares especializados en vinos. Evidentemente, cambia el formato y cambia la filosofía del establecimiento en el tiempo, aunque yo me inclino a pensar que en su base ha sido y será siempre algo muy similar, un lugar donde beber y compartir.

De la transformación de la oferta gastronómica y el formato de establecimiento se acompaña la visión y percepción del consumidor sobre el vino, así como diferentes situaciones coyunturales como bajadas y subidas de precios con la introducción del mercantilismo en el vino, crisis económicas, leyes sanitarias que no favorecían el consumo, la ley de alcoholemia, etc., que han influenciado determinantemente en el consumo del vino durante muchos años.

En estos momentos nos situamos en un resurgir del consumo del vino, con una diversidad de clientes que les apetece y disfrutan bebiéndolo, maridándolo y aprendiendo de él. Hemos pasado una etapa donde pensábamos que para beber vino teníamos que “entender”; y yo me pregunto: ¿esto pasa o pasaba con otro alimento? Quiero decir, ¿cuándo comemos queso, salazones o verduras nos planteamos que tenemos que entender? A una etapa donde el vino se posiciona en su lugar de siempre, en el fermentado mediterráneo que nos hace disfrutar y es sano.

Los bares de vinos ponen la guinda en esta etapa, son esos lugares donde disfrutar del vino. Con una oferta muy variada de vinos en sus distintos estilos y procedencias, donde poder beberlos por copas, desde una visión dinámica de servicio donde puedes probar varios vinos, sin tener que pedir una botella y, dependiendo del vino, a un precio asequible; y, claro, se acompañan de tapas frías y calientes, que, como buenos mediterráneos que somos, bebemos y comemos en un ritual social marcado por el momento del día.

Los bares de vinos albergan la cultura de la zona y son punto de encuentro para socializar y disfrutar del vino y la comida. Tenemos un movimiento en España, cada vez más fuerte, que acompaña esta etapa, es el de los bares de vinos natural, que aúnan el disfrute y el compartir con la sostenibilidad, tanto en el cultivo como en la elaboración.

En nuestra región tenemos algunos ejemplos de bares o restaurantes donde el servicio del vino es amplio y profesional, además de 3 denominaciones de origen que trabajan día a día para evolucionar en el sector. Aun así, es importante seguir construyendo, y aquí aprovecho para introducir una cuña publicitaria y os adelanto que en este mes tendrá la apertura en Murcia capital el primer bar de vinos, liderado por La Gracia Sumillería Aplicada SL, allí os esperamos.

¡Bares qué lugares!


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